Por Santo Aeolus, 18
de agosto de de 1952
Relación con el numero cuatro
En el momento que la
Tierra se convirtió en un planeta habitable, las corrientes de vida que estaban
destinadas a cumplir sus planes Divinos sobre Ella fueron atraídas a la Cuarta
Esfera, y aquí han permanecido, dirigiendo sus actividades a través de los egos
personalizados que las representan en el mundo de la forma. La Tierra es el
Cuarto planeta de nuestro Sistema, y los Seres Crísticos en la Cuarta Esfera
tienen una relación natural con el número cuatro, lo cual los capacita para
vibrar armoniosamente con la gente de la Tierra. Dentro de esta Cuarta Esfera
vino a habitar primero el Cuerpo Mental Superior en esta Tierra. Aquí mora
también el Cristo Propio de quienes no han logrado la liberación en sus
respectivas cadenas planetarias así como también los Cuerpos Mentales
Superiores de los miembros guardianes de la raza que han encarnado
voluntariamente con el fin de proteger, guiar, enseñar y desarrollar a los
espíritus jóvenes que se embarcaron en el viaje a través de la forma.
Jerarca de la Cuarta Esfera
De allí que el gran
Jerarca de la Cuarta Esfera se convirtiera, entonces, en el custodio del
desarrollo planetario en su totalidad, trabajando no solamente con los Cuerpos
Mentales Superiores, sino también con lo egos Físicos, y esforzándose de toda
forma posible en mantener abierta la conexión entre la Cuarta Esfera y el mundo
de la forma. Por esta razón, el Amado Serapis Bey siempre ha sido reconocido
como el Guardián del Puente o el Constructor de Puentes para aquéllos que
consciente o inconscientemente han destruido los puntales que mantenían sus
puentes como proyecciones ininterrumpidas entre el mundo de la Mente y Voluntad
Divinas y sus actividades externas. La plena Perfección de la Voluntad Divina
para la Tierra ha sido atraída a la atmósfera de la Cuarta Esfera, y los Seres
Crísticos de la raza son bañados perpetuamente en su fulgor, cada cual
atrayendo dentro de sí tanto o tan poco como pueda captar del Diseño del Padre.
De la misma manera, la gente de la Tierra vive dentro de la perfección de un
diseño etérico del mundo de la forma, cada hombre interpretando tanto o tan
poco como pueda entender, permaneciendo el resto en forma sutil hasta que algún
individuo encarnado pueda traerlo a la manifestación. Sin embargo, los Cuerpos
Mentales Superiores han exteriorizado ya una gran cantidad de la Perfección
Divina a través de Sus centurias de empeño, y ésta, de por sí, es una
experiencia palpable y viviente en la Cuarta Esfera. Por consiguiente, es
responsabilidad del ser externo determinar ahora en qué ha estado ocupado su
Cuerpo Mental Superior, atrayendo y exteriorizando desde la Sustancia
Universal, y luego abrirse dócilmente a Su influencia directriz, conviniéndose
en un grifo a través del cual esta Perfección pueda fluir sin tensión, esfuerzo
o lucha, bajando así dentro del mundo de la forma el resultado de Sus centurias
y centurias de esfuerzo en favor del Plan Divino. Así como un planeta, al
tiempo se convierte en el punto focal para el desenvolvimiento de la evolución
de su cadena, asimismo una de las Siete Esferas se conviene en el punto focal
para las actividades internas que conforman la motivación para el Plan Divino y
la manifestación sobre el planeta en cuestión. Y aunque las esferas externas
contribuyen con la ininterrumpida sinfonía de la Perfección exteriorizada, la
responsabilidad predominante descansa en la Esfera cuyo número corresponde al
planeta que es el teatro evolucionario de la Hora Cósmica. De allí que la
Cuarta Esfera y el planeta Tierra, cuyo número es el cuatro, conformen el
centro de actividades de nuestro Sistema en los momentos actuales.
Maestría anteriormente adquirida
Todos aquellos seres
que lograron su plena Maestría en los primeros tres planetas, habitan en las
tres primeras Esferas de Conciencia; y los miembros de nuestra cadena que aún
permanecen en su inocencia virgen y que no han sido llamados adelante a la
encarnación, pero cuyo destino es desarrollarse en las Esferas quinta, sexta y
séptima de nuestro Sistema, habitan, en su mayoría, en un estado de arrobamiento
e inocencia en las Esferas quinta, sexta y séptima. Ellos no se convertirán en
trabajadores activos a través de sus facultades creativas de sus centros de
pensamiento y sentimiento, hasta que el planeta que los acuna exprese que está
preparado para sostener un puesto de avanzada de ellos como egos
personalizados. Ellos viven ahora en la radiación de la Luz Universal, y
disfrutan y absorben las cualidades de la Deidad, pero no se les ha asignado
ninguna tarea específica, ni están ellos construyendo el momentum de los
poderes individuales y talentos hasta este período posterior.
Trabajadores activos
Sin embargo, en la
Cuarta Esfera, los Cuerpos Mentales Superiores de la gente de la Tierra se
convirtieron en trabajadores activos del Reino en el momento en que el planeta
se hizo habitable, y los egos personales fueron proyectados adelante desde
Ellos al interior del mundo de la forma. Cada Ser Crístico se interesó en y se
dedicó a convenirse en una faceta de Expresión Divina, y desde entonces, ha vivido
durante incontables centurias de tiempo, utilizando Su energía para desarrollar
Perfección a lo largo de esta línea particular, la cual conforma el pleno
momentum acopiado de la corriente de vida, y es Su Conciencia individual dada
al planeta Tierra, la cual sólo puede ser exteriorizada a través del ser
personal que Él ha sostenido desde el principio del tiempo, registrado para ser
justamente dicho canal para Su expresión. Verán, por tanto, que la
responsabilidad y la obligación del ser externo, es la de contactar ese Cristo
Propio en Su propia Esfera, y averiguar qué actividades han estado ocupando las
energías de vida de dicho Ser a lo largo de centurias; y así convenirse, sin
más dilación, en el canal a través del cual pueda Él verter Su Perfección. El
completo enigma y significado de esta actividad expansiva consiste en encontrar
los medios y maneras mediante los cuales los seres externos puedan sintonizarse
y contactar a sus Cuerpos Mentales Superiores conscientemente, y abrir las
puertas y ventanas de sus almas a este Ser Divino, cumpliendo así el Plan
Divino para la Tierra y su gente, sin mayor demora o interferencia, diciendo
con el Maestro Jesús, “Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo,
para dar testimonio de la Verdad”.
Amor y bendiciones,
Santo Aeolus