Por Santo Aeolus, 25
de agosto de 1952
Cuando el Sol Físico
dirigió la llama dentro de la Luz Universal, y con los Constructores Elohímicos
creó los planetas de nuestra cadena, ciertos Seres de un orden y desarrollo
superior se ofrecieron a venir, y bajo la dirección del Padre Sol, se convirtieron
en los Guardianes y Maestros de la razas que habrían de desarrollarse hasta
convertirse en seres Divinos en el transcurso del Día Cósmico. A medida que
cada planeta se convertía en punto focal para la evolución de una porción de
corrientes de vida traídas adelante por nuestro Sol, estos Seres Guardianes
entraron en la atmósfera del planeta actualmente activo, y mediante la
radiación de Su amor, el poder de Su luz y los regalos de Su sabiduría,
capacitaron a los espíritus jóvenes para alcanzar la madurez Divina. Cuando la
Tierra se convirtió en el escenario de mayor actividad en Nuestro sistema
solar, esos Seres entraron a su esfera de influencia y confirmaron el estímulo
espiritual que se constituyó en la mismísima atmósfera de la primera Edad
Dorada de Perfección, Inocencia y Paz.
Nuevo orden espiritual
El resplandor de Sus
cuerpos y Su proximidad a la gente de esas edades tempranas, les hizo más fácil
el proceso de completar su evolución; pero la Ley Cósmica requirió que, tan
pronto como fuera posible, se hiciera evolucionar una Orden Espiritual
partiendo de esta raza infantil, los miembros de la cual podrían ser los
Maestros y Guardianes de su propia gente, capacitando así a los exiliados
cósmicos para regresar a la esfera natural de su propia actividad y luz. Fue la
Voluntad de Dios que esa Hermandad se conformara con todos los que habían
vivido durante largo tiempo bajo la radiación y bendición de sus hermanos y
hermanas mayores de otras cadenas planetarias, pero por una u otra razón,
ninguna corriente de vida que tuvo su principio en el planeta Tierra parecía
recoger esta vibración, sino que todos vivían en un estado de feliz inocencia,
completando su ronda de evolución y alcanzando la Ascensión sin contribuir de
manera alguna con las razas sucesivas. Luego, en Mu y en At1ántida, los egos
recientemente atraídos, descendieron aún más dentro de la materia, quebrantando
la Ley de Armonía, Belleza y Amor. En esta época, el sol del sistema fue citado
a comparecer ante el Sol Padre, y la Tierra había de ser cancelada como un
experimento inútil e imperfecto.
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